La imagen que la chica del blog puso fue esta:
Y el resultado de este pequeño reto navideño fue este relato:
ALMA HELADA
El abrigo le llegaba hasta las rodillas. Pero a
pesar de lo abrigada que estaba, sentía toda su alma helada. Cobijada bajo el
paraguas, miraba hacía el horizonte un mar helado y blanco. Había sido su
decisión, lo sabía, pero ahora no podía evitar sentirse arrepentida.
Perdida en ese lugar, sentía como su corazón se
debatía en un mar de dudas. Nada de lo que había soñado se había hecho
realidad, y eso le roía el alma como un ratón roe el queso.
— ¡Cómo me gustaría volver atrás en el tiempo!
Estaba de pie, y a su lado se erguían unos palos
separando las tierras. Los finos copos de hielo resbalaban sobre el paraguas,
deshaciéndose en una fina agüilla. No podía ver más allá de sus propios pies. Una
intensa niebla anegaba todo el paisaje. Tan solo se distinguía un mar blanco. Nunca
había visto una cosa así. Era precioso. La soledad y ella.
Un ruido de motor la sobresaltó de forma
abrupta. Se giró para ver de dónde procedía. Un coche paró justo en
sus pies. Era un todoterreno rojo. No tenía ni idea de quién podría ser. Tuvo
miedo. Había salido temprano y no sabía
ni dónde la había llevado su solitario paseo.
— ¿Clara? –un escalofrío recorrió su cuerpo.
Esa voz la conocía muy bien. Era él.
— ¿Adrián? –unos brazos la envolvieron.
Cálidos, fuertes y tan olvidados.
— ¿Estás bien? –ella apoyó su cabeza en el
hombro de él. Ese era su lugar. Siempre lo había sido.
—Ahora sí –él la apretó más contra su cuerpo.
—Pensé que no podría encontrarte –ella sintió
el miedo en la profunda voz.
—Quise alejarme de todo.
—No tenías por qué haberlo hecho. Te amo.
Esas palabras calentaron el corazón de Clara
como nada lo había hecho en su vida.
—Yo también te amo. Siempre lo he hecho –él la
apretó todavía más. No quería despegarse de su cuerpo nunca más. Había añorado
mucho a Clara.
—Mi ángel. Volvamos a casa –ella asintió. No
había lugar en el mundo que tuviera más magia que su casa, y ella sabía que se
refería a su pequeña cabaña en el bosque.
—Sí. Vamos a nuestro hogar. Nunca tendríamos
que habernos marchado de allí –Clara recordó que todo había empezado al
abandonar su casita de madera.
—Quiero que me perdones por haber cometido ese
error. Volvamos y seamos tan felices como en aquella época.
Abrazados caminaron hacia el coche, que puso
rumbo hacia ese pequeño corazón en el bosque donde estaban sus almas.
FIN
***
Espero que os haya gustado. Besos. Raquel Campos.
Precioso!!! Según lo estaba leyendo me daba la impresión de que sería triste y melancólico, pero a medida que avanzaba me inspiró esperanza, sueños, amor...
ResponderEliminarMuy bueno Raquel!!!
Besazos
Encantador y mágico relato de amor, con ganas de más, saludos.
ResponderEliminarLo que indica que no hay mejor abrigo que los brazos del ser amado. Me encantó ese paisaje helado y neblinoso que has descrito. Me sentí reconfortada cuando volvieron a casa.
ResponderEliminarMuy bonito Raquel.
Besos
Hola Raquel, qué bonito relato y cuántas sensaciones inspiras con tus palabras. Me ha pasado como a Arman, que una serie de emociones me embargaron según avanzaba con el relato y terminé con una muy bonita, la de la esperanza en el futuro. Muchas felicidades.
ResponderEliminarUn besote.
A ver...lo primero de todo: el abrigo le llegaba hasta las rodillas. Si, lo confieso, me has hecho subir a la foto a comprobarlo, jajaja !
ResponderEliminarDel resto: Precioso ! Pero ahora me hace falta leer todo el resto de la novela, porque este es un final demasiado bonito como para dejarlo solo ahí, jajja "
Felicidades por el relato ! Besos !
Me alegro que os haya gustado. Tomo nota Vanedis y me lo guardo!!
ResponderEliminarBesos a todas!!!
Me ha gustado mucho, transmites que eso es lo importante.
ResponderEliminarBesos.
Ooooh!!! Qué relato más hermoso y romántico, me ha encantado. Un besote preciosa!!!
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