La Deuda Capítulo 3º por Arman Lourenço Trindade



LA DEUDA 

Aidan entró en la biblioteca con cautela. Vio a Kaesios mirando a través de la ventana, ensimismado en sus pensamientos, pero sabía que sus sentidos estaban alerta.

-Buenos días Kaesios –dijo haciendo una pequeña reverencia, en señal de respeto. Kaesios era uno de los inmortales con mayor edad, y su fuerza y poder eran inmensos. Aidan lo admiraba y lo temía a partes iguales, pues Kaesios aunque siempre demostraba ser justo y paciente, no dejaba de ser un vampiro y su naturaleza tendía a ser caprichosa y voluble.

-Buenos días Aidan, ¿Qué nuevas traes?

Aidan sonrió.

-Directo al grano ¿Eh?

Kaesios no dijo nada, se giró lentamente y le miró a los ojos. Aidan se estremeció. Aunque Aidan era un vampiro, aún era muy “joven” y ante un ser de tanto poder no tendría nada que hacer en caso de que Kaesios decidiera acabar con él.

-Hay movimientos en el sur, el clan de Baldur. Sabemos que están formando un ejército, han hecho trato con los bárbaros y les han jurado lealtad, así que ahora poseen un número ingente de humanos fuertes y preparados para la lucha, a su servicio.

Kaesios volvió a mirar a través de la ventana.

-¿Qué les han prometido para que juren lealtad a los inmortales?

-Tengo entendido que cuando la raza humana sucumba, las únicas tierras libres les pertenecerán.

-¿Quién lidera ahora el clan de los bárbaros?

-Cornelius, el hijo de Damek el infame.

-Lo suponía. Conocí a Damek en sus mejores años, era despiadado y cruel, pero nos odiaba, jamás pensé que se aliaran a los nuestros, sobre todo si la intención es eliminar a su propia especie.

-Damek era despiadado y cruel como tú bien dices, pero su hijo es además avaricioso, le gusta el poder y la riqueza, Baldur lo sabe y lo ha aprovechado a su favor.

-Ya veo… ¿Qué dice el Consejo vampírico?

-Harán una reunión. Desean que ocupes tu lugar en el senado. Ahora más que nunca, necesitamos estar unidos.

-Diles que  convoquen la reunión, a su debido momento, yo estaré.

-Bien, se lo comunicaré… Kaesios, tal vez deberías hablar con los supervivientes y anunciarles los planes de Baldur, al fin y al cabo les incumbe más a los humanos que a nosotros.

Kaesios se giró y le miró fijamente. Aidan, el único descendiente de su querida Karina. Suspiró para sus adentros. Karina, su amiga, su hermana. La echaba muchísimo de menos, no en vano era ella la sensatez personalizada y su suspicacia y paciencia les había salvado muchas veces de cometer locuras que hubieran acabado, sin ninguna duda, con sus miserables vidas. Pero ella ahora no estaba, y él por los años compartidos, le había jurado que cuidaría de su descendencia. Aidan, lo único que le quedaba de Karina, tan distinto a ella y tan parecidos. Pero jamás podría estar tan unido a Aidan como lo había estado con Karina, porque el muchacho no se sentía cómodo en su presencia, lo temía, él era consciente de este hecho, y lo peor es que no hacía nada para evitarlo.

-He pensado en hacerlo, pero aún no es el momento, debemos esperar a que Baldur nos dé una muestra de sus planes.

-¿Y si no lo hace?

-Le conozco bien, su soberbia no tiene límites, lo hará porque está convencido de que no podremos detenerlo.

Aidan suspiró.

-Los humanos no son conscientes de la locura que cometieron al levantarse contra nosotros, “Los días oscuros” serán un paraíso en comparación con lo que Baldur planea hacerles.

-Los humanos son inconscientes y sus cortas vidas no les conceden la sabiduría suficiente para evitar este tipo de consecuencias. Ellos piensan que por nuestra naturaleza malvada no debemos existir, pero no midieron las consecuencias de sus actos, y en esa guerra se perdieron muchas vidas, tanto humanas como vampiras, entre ellos el hijo de Baldur, lo que desencadenó esta venganza.

-¿Pero por qué ahora? Los supervivientes humanos de esa guerra, hoy no podrían defenderse, ¿Cuál es el significado de su venganza?

-Baldur desea quitarles a sus hijos, que sientan lo que él sintió y que mejor forma que ahora, cuando los supervivientes apenas pueden defenderse a sí mismos, sus remordimientos y su dolor los llevará a la tumba. Eso es lo que desea Baldur, que sufran, a parte claro, de la dominación de la raza humana.

-Entiendo. Dime, ¿Irás a ver a los nuevos? Aún no les hemos informado de para qué están aquí.

-Sí, iré más tarde.

-Bien, entonces si no deseas nada más, me retiraré. Iré a hablar con el Consejo. Te mantendré informado.

Kaesios afirmó con la cabeza y despidió a Aidan.

Se avecinaban tiempo difíciles, para su raza y para la de los humanos, si el consejo no cedía y decidía mantenerse al margen, los humanos no tendrían ninguna posibilidad.

Volvió a mirar por la ventana, ahí estaba Clara, sentada en el jardín con un libro en sus rodillas, pero no leía, simplemente miraba a su alrededor, y se quedaba ensimismada mirando el cielo. No sabía por qué, pero esa muchacha no se le iba del pensamiento. Tenía que centrarse, debía planear la mejor estrategia para neutralizar esta estúpida guerra, y si no podía, tal vez encontrar la forma de minimizar las pérdidas. ¡Oh Baldur! Su maldad y soberbia no conocía límites, siempre fue un problema, pero ahora que era más fuerte y más listo, se estaba convirtiendo en un adversario digno de tener en cuenta.

Tenía que ir a ver a los hijos de los supervivientes, contarles para qué les había traído y qué se espera de ellos, pero lo cierto es que lo único que le apetecía era sentarse junto a la muchacha y observar las nubes. Sin duda, con el paso de los siglos se estaba convirtiendo en un auténtico estúpido…

Clara miraba sin ver, sus pensamientos iban y venían por su cabeza pero ninguno se quedaba lo bastante. Se sentía sola y triste, y aún más sabiendo que a unos metros de ella se encontraba Mark, su amigo, tal vez si pudieran verse se le haría más llevadero el tener que permanecer encerrada en aquella fortaleza.

Había intentado entretenerse visitando las habitaciones, pero lo cierto es que no le apetecía ni lo más mínimo pasearse por el interior del castillo, prefería el aire puro y la luz del sol, tan escasa en aquella época del año.

En su mente apareció el rostro de su padre, triste y asustado al comprobar que la perdería y no podía hacer nada. Suspiró. Tenía que acostumbrarse a esta nueva vida, no había manera humana de poder escapar de ahí.

-¿Te gusta leer?

La voz, aunque suave y delicada de Kaesios, la asustó y dejó caer el libro al suelo. Estaba petrificada y el corazón se le aceleró. Kaesios se agachó y cogió el libro del suelo, miró el título y abrió mucho los ojos.

-¿La odisea? No pensé que te gustara este tipo de libros…

Ella parpadeó varias veces.

-Dicen que es un gran libro, un clásico.

-Lo cierto es que es un clásico, pero pensé que a alguien de tu edad le gustarían más las novelas sobre caballeros de brillante armadura y esas cosas.

Sin saber muy bien por qué, Clara se ruborizó. Alzó la mirada y vio como los ojos de aquel ser brillaban de diversión. ¿Acaso le estaba tomando el pelo? Eso la enfureció.

-No me conocéis en absoluto. –dijo fríamente.

-Tenéis toda la razón –dijo, todo rasgo de suavidad y delicadeza, habían desaparecido de su voz. Le tendió el libro. Ella estuvo tentada de no aceptarlo, pero luego fue consciente de con quién estaba tratando. Esa criatura tenía el poder de terminar con su vida con una sola mirada, y no sabía muy bien por qué, pero tenía la certeza de que no quería hacerla ningún daño, así que más valía no tentar a la suerte.

Cogió el libro y se lo volvió a colocar en el regazo. Le miró de reojo. Kaesios estaba de pie a su lado, mirando al frente, supuestamente abstraído. Tan quieto como una estatua. No pudo evitar admirar su belleza, siempre le habían dicho, desde que era una niña, que esas criaturas en malvadas, disfrutaban del sufrimiento humano, mataban por placer y ella se imaginó a seres tan horribles por fuera como le habían dicho que eran en su interior. Pero nada más lejos de la realidad. Kaesios era hermoso. Alto y fuerte, su pelo negro y brillante, su piel perfecta, pálida y fría, pero hermosa, y sus ojos… no podía expresar con palabras la belleza de esos ojos azules cuando la miraban sin furia.

Pero, ¿qué estoy pensando? -Se regañó mentalmente apartando la mirada de aquel ser- es un vampiro, un inmortal sin corazón, sin sentimientos…  pero cuando volvió a mirarle sintió una punzada en su interior cuando se cruzaron las miradas, por un instante creyó ver la verdad de Kaesios, en sus ojos azules se reflejaban la soledad y el dolor, fue tan fugaz que después ella pensó que había sido su imaginación, pero ahí y ahora, durante el instante que mantuvieron unidas sus miradas, Clara tuvo la certeza de que algunos inmortales no eran tan horribles como le habían dicho, eran seres torturados, poderosos sí, malvados, tal vez, pero torturados ya que sufrían sus penas durante toda la eternidad…

El silencio se tornó algo incómodo. Kaesios no decía nada, simplemente la miraba y Clara comenzó a ruborizarse.

-Hace un día precioso ¿No creéis?

Kaesios levantó una ceja en señal de sorpresa y el brillo de la diversión volvió a asomar a sus ojos.

-Sí, parece que al menos por hoy no va a llover. ¿Os gusta el jardín?

-Oh… sí, es un lugar precioso, lástima que esa enorme muralla impida la visión de las montañas, debería ser un espectáculo fascinante.

Una media sonrisa asomó a los labios de Kaesios y el corazón de Clara se saltó un latido.

-La visión al atardecer en las montañas es magnífica, pero debe prevalecer la seguridad.

-¿Seguridad? Vos sois un inmortal, ¿Quién osaría desafiaros e intentar haceros daño? Un loco sin duda.

Kaesios no pudo evitar soltar una pequeña risilla.

-Un loco, sin duda. Pero en esta fortaleza no solo vivo yo, debo tener presente el bien estar de los que viven bajo mi techo cuando yo no estoy aquí para defenderlos.

Clara agachó la mirada algo aturdida, no esperaba esa respuesta.

-Por supuesto. –logró decir. El corazón de Clara se encogió, ¿era posible que esa criatura tuviera presente a todas las personas que vivían bajo su techo? ¿Era posible que las protegiera como si fueran su familia? Sin duda eso no era compatible con todo lo que le habían dicho los supervivientes. Estaba terriblemente confundida, ya no distinguía lo que era real de lo que no. Siempre temió y odió a los inmortales, la inculcaron desde niña que eran seres terribles, que no sentían piedad y disfrutaban con los sufrimientos, sin embargo, el inmortal que estaba ante ella, sin duda protegía a los suyos, y la mayoría de los que vivían aquí eran humanos, mortales como ella misma…

-Bueno, ahora debo irme, espero que paséis un buen día.

-Igualmente os deseo a vos.

Sin decir nada más Kaesios se marchó. Se sentía aturdido. Estar ten cerca de esa muchacha le dejaba con las defensas demasiado bajas, debía concentrarse y mantenerse todo lo alejado que pudiera de ella.

Aidan les observaba desde la ventana de la biblioteca. Había ido allí para coger unos documentos y se quedó pasmado al ver a Kaesios junto a la muchacha humana. ¿Qué era lo que se traía entre manos? Aún no entendía la decisión de haberla llevado con él, eso no estaba en sus planes, Kaesios se presentó en la reunión para traerse a los más jóvenes, para poder entrenarlos y convertirlos en guerreros, soldados temibles y valerosos, capaces de luchar contra Baldur y sus secuaces. Pero aparecer aquí con una chica, de apenas veinte años (si es que llegaba) no tenía sentido, ¿qué podría querer él de la muchacha? Sin duda no podría utilizarla, pues la hija de Thomas no tendría ningún interés para Baldur, pues que él supiera fueron los soldados del sur los que acabaron con su hijo, aunque odiaba a todos los humanos por igual. Verlo ahí parado, sin saber que hacer, junto a una humana le dejó cuanto menos, intrigado. ¿Y si…? No, no podía ser, Kaesios no sin duda… pero ¿y si por una razón desconocida se sentía atraído por ella? Que él supiera Kaesios nunca había mostrado un interés particular por ninguna humana, al menos su madre, Karina, jamás le había comentado nada al respecto. Y durante los trescientos años que habían permanecido juntos, habían hablado muchísimo de su querido hermano.

Vio como Kaesios se despedía y emprendía la marcha, siempre a una velocidad humana, supuso que para no asustarla. Cogió los documentos y se apresuró a salir de la biblioteca.
Se encontraron en el pasillo.

-Kaesios…

-Aidan, te creía hablando con el consejo.

-Aún es temprano, vine a por unos documentos que necesito.

-Bien.

-Kaesios… ¿puedo preguntarte algo?

Kaesios lo miró fijamente.

-Pregunta, yo ya veré si te respondo o no.

-¿Por qué has traído a la humana contigo?

Kaesios se lo pensó durante unos segundos.

-Fue un impulso, no pude evitarlo.

-¿Un impulso?

-Sí, la vi  allí y sentí la necesidad de traerla, así de simple.

Y sin decir más se marchó de ahí, dejando a un Aidan totalmente pasmado.



-Thomas, si Kaesios se entera de esta reunión nos matará a todos.

-Daniel, tendremos que hacer algo, no podemos dejarlo así, tal y como está. Se ha llevado a nuestros hijos, debemos hacer algo…

-Hicimos un trato –contestó John- debemos aceptar las consecuencias de nuestros actos, podía haber sido peor.

-¿Peor? Y lo dices tú, a ti te queda tu hija en casa y una esposa, yo no tengo nada.

-Thomas, Kaesios es un inmortal, no podemos nada ante él. Mira lo que le hizo a Charles, no le dio tiempo ni a verlo venir cuando ya estaba muerto en el suelo. Debemos actuar con cautela, nos ha dejado vivir, creo que es lo más importante.

-Yo no puedo conformarme con eso. ¿Qué hará esa bestia a mi niña? ¿Tienes alguna idea de lo que puede estar sufriendo en sus manos?

-Ha prometido que no les causará ningún daño Thomas, debemos confiar.

-¡No Samuel, no puedo! ¿No lo entendéis?

-Tal vez si hablaras con él… -propuso Philip.

-¿Hablar? ¿Crees que se puede hablar con un inmortal? Ellos no hablan, ellos ordenan y nosotros obedecemos.

-Y nos dejan vivir, no lo olvides. Los días oscuros terminaron Thomas, aceptamos el trato para continuar con nuestras vidas, es justo que paguemos, él pudo matarnos aquel día, lo sabes, sin embargo nos dio otra opción, y la aceptamos. No me siento orgulloso por ello, tal vez hubiese sido más valiente y honorable morir aquel día, pero elegimos vivir, y hemos vivido tranquilos desde entonces, Kaesios nos protegió de otros inmortales, lo sabes.

-Sí, Daniel tiene razón, hubo pueblos totalmente masacrados, familias enteras descuartizadas y brutalmente asesinadas, nosotros no Thomas, nosotros vivimos tranquilos, hasta hoy. Kaesios cumplió su palabra, hoy nos toca a nosotros cumplir nuestra parte del trato.

-¿Y para qué quiere un inmortal a nuestros hijos?

-Para defenderos a vosotros

La voz fría y dura, sonó en toda la habitación dejando a los supervivientes totalmente petrificados en sus sitios.

¡Kaesios! Los había encontrado, estaban perdidos.

-¿Ahora no decís nada? –Dijo apareciendo ante ellos- Pensé que vuestra rabia os convertiría en seres más locuaces.

-¿Protegernos? ¿De quién?

Kaesios los miró fijamente. Había decidido no decirles nada por el momento, pero al ver lo trastornado que se encontraba en presencia de Clara tomó la decisión de salir, alejarse de ella, tal vez así volvería a ser él mismo y se encuentra con una reunión “secreta”. Estos humanos no dejaban de sorprenderle.

-De vuestra estupidez Thomas. 




                                                                                                                © Arman Lourenço Trindade

4 comentarios:

  1. Mi querida Plumilla, solo decirte "Fantástico Relato", con esta nueva entrega nos atrapas más en la historia, se desvelan nuevos datos del trato de Kaesios con Thomas y los demás...La escena del jardín con Clara me ha gustado mucho.

    Me encanta como escribes, eres genial y ya estoy deseando leer el siguiente capitulo de esta estupenda historia.

    Besitos Azules ^_^

    ResponderEliminar
  2. Muy interesante escrito.. me pasee por el blog y esta muy interesante.. es inspirador. Los invito cordialmente a pasar por mi recien creado blog de mi autoria..

    Saludos cordiales..

    http://antuan-el-aprendiz.blogspot.com.ar/

    ResponderEliminar
  3. Me encanta el relato Arman, tu forma de escribir te envuelve en la trama y te acerca a los personajes. Me ha gustado conocer más sobre Kaesios y todo lo que le envuelve. Me ha gustado mucho la escena con Clara...y lo dejas muy intrigante.
    Ahora voy a leer el 4º que el ordenador me ha fastidiado estos días!!

    Besos preciosa!!

    ResponderEliminar