A veces pienso en las cosas más extrañas, y estas mismas
cosas me llevan a pensar en asuntos más raros aún. Por lo general no las
comparto, pero ya que este blog en particular está directamente relacionado con
los libros y es un tema del que tratamos mucho por estos lares, además de que
tenemos la fortuna de contar con personas que pasan por aquí que son muy
talentosas y aman la lectura y escritura tanto como yo, se me ocurrió que
podría comentarlo.
Con frecuencia pienso acerca de todo lo relacionado con la
escritura, este gran mundo "nuevo" en el que
muchos estamos involucrados y cuántas cosas se leen al respecto, todas las
discusiones y diferentes puntos de vista que abundan, y me puse a pensar en
que, entre esa montaña de consejos y opiniones, con poca frecuencia leo algo
respecto al libro en sí, y esto es no solo curioso, sino también un poco
desconcertante. Es decir, si buscamos por la red o prestamos atención a los
temas que se tratan con mayor frecuencia, sin duda encontraremos montones de
artículos relacionados con estrategias de publicidad, plataformas de venta,
cómo hacer las portadas más bonitas y atrayentes e, incluso, y algo que
encuentro siempre un poco chocante, pero que se ve mucho, y estoy consciente de
que esta es una opinión muy impopular, ese afán por vendernos al protagonista de las novelas románticas como el epítome del hombre perfecto. Y ojo que a mí me encanta la idea de
fantasear con el personaje de un libro; estoy perdidamente enamorada de Mr.
Darcy, aunque confieso que si por escoger fuera me quedaría sin dudarlo con un
devoto Coronel Brandon, además de que, cuando escribo, me gusta poner un rostro
a mis personajes y resulta emocionante que una lectora me haga saber cuánto le
ha gustado aquel en el que puse tantas horas de esfuerzo y a quien considero ya
parte de mí. Y sin embargo, esa práctica cada vez más difundida de presentarnos
al personaje masculino como un ser perfecto, en particular por fuera, con el
objetivo de revolotearnos las hormonas a las mujeres, quienes como se sabe
somos las mayores consumidoras de novela romántica, pues la verdad no me
termina de convencer. Soy una mujer heterosexual en la flor de la treintena,
desde luego que encuentro atractivo a un hombre de físico infartante; pero
llega un momento en que te saturas con todas esas imágenes y empiezas a
preguntarte qué pasa con la protagonista, por ejemplo, de la que a veces se
dice poco o nada, o ya que estamos, qué ocurre con la trama, de la que se dice aún
menos…
Pero divago con los hombres perfectos, es que ese es un tema que da para mucho y se merece una entrada propia, así que lo dejo ahí y
vuelvo al punto de los libros en sí. Decía que además de la ortografía,
gramática, la portada y esas cosas, y no digo que no sean importantes, que Dios
sabe son primordiales, no puedo evitar preguntarme si no hemos perdido un poco
la brújula respecto a lo que en verdad importa en una obra, y es que esta
llegue al lector de un modo especial, que le inspire sentimientos, sean buenos
o malos, que le remueva algo en el pecho. La historia en sí, ese todo que te provoca amor, odio, o indiferencia.
Y entonces recordé algo que siempre me ha rondado, la idea
de si un libro puede tener "alma". Mi respuesta es del todo
afirmativa, aunque sé que puede ser un poco raro porque algunos verán a un
libro como un objeto inanimado que puede contener historias muy buenas, pero
que no deja de ser eso, una "cosa". Pero para mí va mucho más allá,
es como un vehículo mediante el cual un autor puede volcar sus emociones y
hacer que lleguen a quien tenga la dicha de leerlo.
He leído muy poco en mi vida para lo que desearía y sé que
aunque viva mil años nunca podré leer todas las obras que tengo en mi infinita
"lista de pendientes", pero me he topado ya con toda clase de libros
y, con el tiempo y la experiencia he aprendido a percibir lo que un libro en
verdad quiere decir, y lo que simplemente no puede.
Nada me emociona más que un libro "con alma", y
llamo así a aquellos que me inspiran emociones. Libros que me hacen reír,
llorar, quizá incluso que me enfurecen, que ha pasado, pero todo ello es
positivo, porque siento que en verdad "ese libro" ha podido hacerme
llegar lo que el autor con tanto cariño deseó transmitir. Entonces, al
terminarlos, siento una gran pena porque sé que esa historia ha terminado, pero
al mismo tiempo me veo inundada de un profundo cariño porque esa historia ha
pasado a formar parte de la persona que soy y allí se quedará por siempre.
Y luego están los pobres libros "sin alma", como
les digo, que pueden ser perfectos en muchos detalles, excepto en lo que se
refiere a inspirarme algo, lo que sea. Son esos libros que te hacen esbozar la
misma sonrisa que le dedicas a un completo extraño en el elevador tan solo
como un acto de cortesía, o que te provocan fruncir el ceño como reprimenda a
alguien que pasó por tu lado y no pidió permiso. Todas reacciones mecánicas y
faltas de corazón. Cuando tengo la mala fortuna de encontrarme con un libro
como estos, me siento un poco como Marianne Dashwood, una de las protagonistas
de Sentido y sensibilidad, de Jane Austen, que no comprende dónde está el
corazón de su hermana Elinor, porque no puede "ver" sus emociones, y
al cerrar el libro lo contemplo como un bello cascarón vacío, y pasa sin
demora a ocupar un lugar en mi estantería, uno casi olvidado.
Me pregunto, a veces, si el problema no estará en el lector,
pero no estoy del todo convencida porque una cosa es que el libro no te guste
por una serie de motivos, y otra que simplemente no te inspire ni siquiera eso,
desagrado, que al fin y al cabo es una emoción. ¿Qué dicen ustedes? ¿Alguna vez
han pensado en un tema como este? ¿Se han hecho estas raras preguntas? ¿Creen
en el alma de los libros?
Creo en el alma de los libros, porque fueron escritos por alguien con alma que, mejor o peor, nos transmite emociones, nos despierta sentimientos, aunque sean de rechazo. He leído alguna novela que me ha parecido infumable pero, mira por dónde, a lo mejor una de sus frases la recuerdo toda la vida y la asocio a él, aunque esto no diga mucho bueno del resto de la historia.
ResponderEliminarEn cuanto a la estética de los libros te diré lo mismo que de un regalo primorosamente envuelto, lo importante está en el interior. Pero vivimos en una época muy visual y es cierto que todo cuenta, que una portada bonita puede logar que un libro (bueno o no) capte nuestra atención.
Jejeje, no me gustan mucho las descripciones del machoman perfecto que nos acelera el pulso. A veces hacen que, de principio, le coja manía.
Muy buen post Claudia, interesantes reflexiones.
Besote
Hola Claudia, creo en el alma de los libros, por supuesto. Como gran lectora que soy, hay libros que dejan una gran huella tras su lectura y eso mismo creo que les confiere un alma.
ResponderEliminarSobre los personajes masculinos perfectos, estoy de acuerdo en lo que dices, llega un momento que cansa tanta perfección y se agradece un poco de realidad.
En cuanto a la estética, debo decir que se le da una gran importancia al aspecto exterior del libro y que la portada es muy importante para el éxito del libro, pero para mí lo importante es el interior.
Muy buenas reflexiones!! Besos!!
Hola Claudia, yo como tu si que creo en el alma de los libros, ya que ellos nos mantienen a flote en esta vida, nos transmiten, nos inspiran, nos acompañan etc, entonces como es que no tienen alma??
ResponderEliminarPues claro que si, son únicos, yo los llamo mis niños.
Besos.
Me ha encantado tu post, Claudia. Como siempre me haces reflexionar. El alama de los libros...Síiii. Aunque reconozco, no sé por qué me pasa, pero cada vez me cuesta más encontrarla. En cuanto a los personajes masculinos perfectos. No me canso de ellos. Me chiflan. Para lo demás está el mundo real, uno en el que no me motiva soñar...jajaja. Pero yo doy la misma importancia a los personajes femeninos y masculinos. En cuanto a la portada. Es imprescindible una buena y llamativa portada en un mundo en el que todo se valora visualmente. Y en el que tenemos tanta competencia. Se ven galerías enteras de libros de una sola mirada. Así está el mercado y es lo que hay.
ResponderEliminarMuchas gracias por este increíble post.
Un besazo guapa.
Da gusto leer ese amor tuyo por los libros :)
ResponderEliminarYo te puedo hablar también desde el lado de escritor, y supongo que en cada libro que se escribe va un trocito de nosotros y de alma por supuesto, así que sí, estoy de acuerdo. Entre el alma del escritor y el alma del lector se puede conseguir a veces una comunión perfecta :) y esa es la magia!
Besos y encantada de leerte!