¡Buenas tardes a tod@s!

Lo primero que quiero hacer, es agradecer a mis maravillosas compis de club que me eligieran para formar parte de él. Tengo que reconocer que cuando entraba en el blog, en más de una ocasión pensaba… ¿Qué se cocerá aquí dentro, en la trastienda? Lo que nunca imaginé es que daría con este maravilloso grupo de mujeres, escritoras, compañeras, pero sobre todo amigas, que me han hecho sentir como en casa desde el principio brindándome todo su apoyo y amistad.
Y ahora, como este post va de presentarme un poquito, aquí comienzo a contaros algunas cositas sobre mí:
Como todos/as los apasionados de la literatura romántica, puedo identificar claramente el momento en el que comenzó esta maravillosa historia de amor, entre la novela romántica y yo. Siempre fui una romántica empedernida; demasiado soñadora, demasiado sensible, está en las nubes… Eran frases que escuchaba con frecuencia de boca de mis padres, y tenían razón. Yo ansiaba más.
Me pasaba las horas mirando por la ventana e imaginando historias, en las que me sumergía, hasta el punto de parecer respirar en ellas. Me recuerdo con cinco, y seis años, escribiendo poesía hasta los dieciséis años. Entonces decidí dejar de escribir poesía por un motivo muy tonto. Me daba vergüenza.
 
Mi profesora de literatura, Dña. Milagros, leía cada poema que escribía. Cosas que yo dejaba salir de dentro cuando estaba melancólica, triste, soñadora, añorando romance, o pensando en las injusticia de la vida. Eran cosas muy privadas, y ella, con toda su buena voluntad y orgullo, empezó a llevar esos poemas a sus otras clases, y leerlos y mostrarlos a sus otros alumnos poniéndolos como ejemplo. Cuando personas del instituto comenzaron a acercarse a mí, para decirme que había leído tal o cual de mis poemas, me moría de vergüenza, y dejé de escribir. Una estupidez, que hoy en día con los años, no repetiría.
 
 Comencé a escribir poesía a edad muy temprana, pero mi mente romántica comenzó pronto a ansiar otro tipo de historias en las que perderme. Y las encontré en las novelitas de Harlequín. Iba cada domingo al kiosco a comprar el periódico dominical para mi padre. También llevaba mi paga en la mano, buscando en qué gastármela (nunca he sido muy ahorradora). Y un día mientras daba vueltas por el establecimiento, vi las novelas de Harlequín. Sus portadas eran sugerentes, había muchas series, cada una identificada con un color, y me llamaron la atención, todas. Yo tenía doce años, y muerta de vergüenza por llevarme un libro con una portada tan sugerente, la compré y la escondí entre las páginas del periódico, hasta llegar a casa. A escondidas también, la metí en mi habitación, y a escondidas la devoraba. Me fascinaban de tal manera, que esa novelita que leía durante el fin de semana, no desaparecía de mi cabeza, en los días posteriores, hasta el siguiente domingo, que añadía una más a mi colección. Pasó más o menos un año, hasta que necesité de nuevo mucho más. También leía comics (para
chicas) que no eran más que novelas románticas, hechas novelas gráficas. Por lo que añadí a mi colección libros como los de Super    Esther. ¿Alguna los ha leído? Yo me lo pasaba genial, y como eran comics, no me daba tanto corte que me vieran por la calle con ellos. Así que los leía de camino al colegio, mientras hacia la cola en la panadería, o esperando en el banco mientras acompañaba a mi madre.
Y después llegaron mis joyas. Un día cayó en mis manos una novela de Daniel Steel, y devoré todas las que encontré de ella, y fui conociendo cada vez más autoras, que me transportaban a otros mundos, más interesantes, que mi vida de adolescente insegura. Nora Roberts, fue otra de mis grandes. “El caballero de la brillante armadura” de Jude Deveraux fue para mí, como descubrir un mundo nuevo. Me impactó y fascinó. Mi historia de amor con la literatura romántica, estaba más que consolidada, y aunque escribir siempre había formado parte de mí. Nunca me lo planteé en serio, hasta unos cuantos años después.
Yo tenía veintidós años, y estaba terriblemente aburrida delante de unos folios en blanco. Mientras dejaba volar mi imaginación, recordé aquellas novelitas de Harlequín que tantos buenos momentos me habían hecho pasar, y de vez en cuando, seguían haciéndolo. Y sin pensarlo me puse a escribir. A mano, en aquellos folios. Cuando levanté la cabeza de los papeles, unas horas después, había escrito cuatro capítulos de la que sería mi primera novela. PERDICIÓN TEJANA. Un homenaje a aquellas novelitas cortas que me entusiasmaban, y que habían sido las semillas de este amor por la literatura romántica. En los siguientes días la terminé, y después llegó RÍNDETE MI AMOR, y UNIDOS POR UN ÁNGEL.


Hace unos meses que me animé a publicar y dar a conocer mi obra, y comencé por aquellas novelitas que escribí como homenaje a los comienzos de esta historia de amor. Las revisé, corregí, y actualicé (porque mi forma de escribir ahora, no se parece en nada a la de aquellos primeros tiempos), aunque sin cambiar la trama y a los personajes. A los que me parecía injusto hacer vivir otra vida después de tantos años. Sin esperarlo, tuvieron una gran acogida. Fue una de las cosas más mágicas que me han pasado. La autopublicación ha sido para mí, increíble. Algo que comenzó como un experimento y que jamás pensé que llegaría a significar tanto para mí. Además de la satisfacción de ser leída y saber que mis historias llegan a muchísimas personas, entrar en este mundo, me ha permitido conocer de primera mano a mis lectoras y a compañeras que se han ganado mi corazón. Como mis compañeras plumillas, que han sido un gran regalo del cielo.


 
Hoy además puedo decir que he cumplido mi sueño. Estoy publicando con Harlequin, que es lo que soñado desde niña. Y en los próximos meses podréis leer bajo su sello la serie completa de Amor en cadena. Tanto los libros que autopubliqué, como títulos nuevos; Una boda sin fresas, Gotas de chocolate y menta, Mi pequeña tentación, La portadora…Y muchos más. Porque no puedo dejar de soñar, de escribir, y de querer compartir mis sueños con todas vosotras.
Un beso para todas y mil gracias a mis compis plumillas, y todos vosotros, lectores y seguidores del club.
                                                                Lorraine Cocó
 
                                                        

Si hay algo difícil de hacer...

Si hay algo difícil de hacer, es escribir este tipo de notas. Y sin lugar a dudas que así es, pues son muchas las emociones que se sienten y pocas las palabras que se adecúan para expresarlas. Aun así, las dos primeras que vinieron a mi mente fueron “Gracias” y “Felicidad”. Sí, gracias por hacerme tan feliz, plumillas. El hecho de ahora estar aquí con ustedes, compartiendo aún más sobre este maravilloso e infinito mundo de la escritura es, para mí, una enorme felicidad que sólo puede terminar en gratitud.


Por otra parte, ¿qué decirles de mí? (Bueno, esto sí que se pone aún más complicado…).  Antes que nada, les diré que amo la lectura y escritura. Desde muy pequeña, amé fervientemente tanto este mundo como el del cine. Recuerdo el primer libro que me regaló mi padre, Azabache de Anna Sewell. Tenía sólo dos años y, claramente, no leía, pero recuerdo como si de hoy se tratara que abría el libro e imaginaba en mi mente que lo hacía; incluso “leía” en voz alta la historia que mi mente iba contando. Es más, les cuento algo muy privado (pero no se lo digan a nadie): amaba tanto ese libro (que hoy todavía tengo, aunque plastificado) que ¡hasta lo llevé varias veces conmigo a la bañera y no permitía que nadie me lo sacara! En fin… Desde ese entonces, supe que jamás podría ni querría salir de este hermoso mundo. Así, pasaron los años en los que fui probando distintas líneas creativas, pero en ninguna encontré lo que sí hallé al escribir: Pasión.

Hoy, puedo decirles que, a pesar de las obligaciones del diario vivir, no puedo dejar de hacer esto que tanta felicidad me genera. Y el hecho de sólo saber que alguien pueda estar leyendo lo que con tanto empeño y amor escribí, aumenta mi alegría y deseos de seguir haciéndolo.
No siempre he escrito romántica, pues mi primer libro es uno de cuentos dramáticos. No obstante, mi primera novela autopublicada, La última rosa negra, sí es de este género que he descubierto maravilloso y único, especialmente por las personas que he conocido (muy bien sabrán a quiénes me refiero, ¿verdad? =) ).

Así, y en pocas palabras, les puedo decir que seguir adelante con este hermoso sueño, acompañada por ustedes  y, ahora, en este genial Club es, para mí, más que un simple motivo de felicidad.


¡Gracias, Dama, Arman, Lury, Raquel, Claudia, Lorraine y lectores!



Julianne May

¡¡¡Dos nuevas Plumas se unen a nosotras!!!

Para nosotras es un inmenso placer la incorporación de estás dos estupendas escritoras, compañeras, amigas y maravillosas personas.

Nuestro Club de la Pluma Azul es como una familia, una familia que va creciendo y expandiéndose, donde nos apoyamos las unas a las otras, nos consolamos, nos damos ánimos y donde todas formamos una piña.

Para mi es un enooorme honor dar la bienvenida a nuestras nuevas plumilllas, Julianne May y Lorraine Cocó.



Tanto la una como la otra son dos personas a las que aprecio de todo corazón, y estoy super feliz de que hayan aceptado meterse en este embolao (como diría Lury), solo espero que se sientan a gusto, que disfruten, que se identifiquen y se sientan tan plumas azules como el resto de nosotras. 

Las cuatro plumas fundadoras: Arman, Raquel, Lury y yo empezamos este proyecto con mucha ilusión, nos unen muchas cosas y somos como una piña (como ya he dejado caer más arriba).
Siempre hemos considerado este Club plumifero como algo más, un lazo de conexión entre nosotras y como tal estamos encantadas de enlazar nuestros corazones con personas que conectan de una forma especial con nostras.

Hace unos meses se nos unió nuestra querida Claudia y, ya no eramos cuatro sino cinco, ahora dejamos atrás ese número para convertirnos en las siete magníficas, digo plumiferas.... Jejejejejeje!!!!




BIENVENIDAS CHICAS!!!

Dama N. Prayton


Vamos a ser dos más, y no lo digo para que nadie se sienta amenazado. Ahora somos siete, y pegamos palizas por encargo... ah no, esto no es aquí.

Quiero decir que tenemos la inmensa alegría de recibir a dos personas maravillosas, a Julianne May, la conozco hace mucho tiempo, se puede decir que la apreció mucho, no miento, a pesar de que es joven y guapa y debería odiarla, pero... eso tampoco debía decirlo aquí.

Por otra parte, se une también a nosotras Lorraine Coco, que es una amiga más reciente, y por la caña que me mete, me va a obligar a vigilara muy de cerca, por eso estoy doblemente contenta de que este en el grupo, así dejará de darme guerra cuando la haga cosas, y se aguantará como todo el mundo.

Este grupo empezó con cuatro amigas, y ahora ya somos siete. Yo estoy feliz. Espero que recorramos un largo camino juntas.

Durante este tiempo hemos vivido aventuras maravillosas:



Es poco agradecida, lo sé, pero la quiero igual.



También tenemos conversaciones muy interesantes.


A Dama le encanta celebrar los acontecimientos de este tipo con grandes festejos y banquetes.


Y aquí están nuestras nuevas plumas azules, felices y satisfechas de pertenecer a este grupo. (Vaya usted a saber porqué)

Bienvenidas rechulas.


Lury Margud



ME TOCÓ!!!!

Ahora soy yo la que amenaza con dar la bienvenida.


Mis queridas lectoras (y con mis no me refiero a solo mías, sino también a las de mis compañeras) Este proyecto, que nació, como se suele decir, de la nada, como un bonito lugar dónde refugiarnos, darnos a conocer y conocernos, dar rienda suelta a nuestros talentos  y ser en definitiva nosotras mismas, sin cuestionarnos y sin que nos cuestionen, sin más preocupación que la de plasmar todo aquello que se nos pase por la cabeza, siempre intentando no herir (eso no va por Lury, ella es un espíritu libre...), hoy va creciendo y se va consolidando.
Es para mí un placer y un mayor honor, dar la bienvenida a nuevas y talentosas compañeras. 
Julianne May

 y 
Lorraine Cocó

Sin duda, vamos creciendo, pero de éso ya habíamos amenazado, que no os pille por sorpresa ahora y nos vengáis con cuentos de "Yo no lo sabía" y sin duda espero y deseo que en el futuro seamos muchas más.

Ante todo, somos amigas y es un requisito esencial y principal, mucho más que el de escribir bien, por eso estoy yo aquí.

Cuando hay confianza, hay unión, hay alegría, felicidad y una no se siente sola, el apoyo de mis compañeras es fundamental a la hora de continuar y ese apoyo es el que quiero que sientan tanto Julianne como Lorraine, apoyo, sí, porque ayuda para escribir sobra decir que no la necesitan, son un ejemplo del maravilloso futuro que nos espera y la suerte que tendremos de poder leer estupendas y preciosas historias.
Las plumillas azules, somos autoras pero sobre todo amigas y por eso mismo me alegra decir:

BIENVENIDAS MIS QUERIDAS NUEVAS PLUMILLAS!!!



Deseo de corazón que os encontréis a gusto, que lo paséis bien, que disfrutéis de lo que hacéis y sentiros libres. Ésta ahora es vuestra casa (no revolváis mucho, Dama se enfada si descolocamos los muebles y cambiamos las cosas de sitio... por cierto, el sillón negro, ese con balancín, es mío, la que me lo quite tendrá que vérselas con los bistrip de Lury, no digo nada más...)

Un beso enorme, cargado de ilusión, cariño y esperanza, (esperanza sí, esperanza de que aunque acaben por conocernos de verdad, no decidan irse por patas)

Mis más sincera bienvenida y quiero que todo el mundo sepa de que estoy muy feliz de teneros entre nosotras.


Arman Lourenço Trindade





Cuando me ofrecieron unirme al Club de las Escritoras de la Pluma Azul, me emocioné mucho; no solo por compartir un lugar especial con autoras a quienes respeto y admiro, sino porque me encontraba además entre personas magníficas y buenas amigas. Desde entonces, me siento cobijada en un grupo generoso, donde el amor por la escritura, el respeto y el cariño están por sobre todas las cosas. 

Hoy se unen dos nuevas integrantes, Lorraine Cocó y Julianne May, y me da mucho gusto poder darles la bienvenida junto a todas las plumillas. Ambas son autoras conocidas, muy exitosas, pero sobre todo, excelentes personas, y así como estoy segura colmarán de alegrías este grupo, espero que se encuentren muy a gusto aquí y sepan que están en un espacio en que se les quiere y aprecia.


El Club se hace más grande, más personas se unen, y conservamos la esencia del amor por la literatura y la importancia de la amistad. 

Julianne, Lorraine, sean más que bienvenidas, queridas Plumillas, lo pasaremos genial, y vamos a compartir un gran futuro todas juntas. 

Claudia Cardozo

Para mí es una gran alegría dar la bienvenida a nuestras dos nuevas plumillas: Julianne May y Lorraine Cocó. Estoy muy contenta y espero que se sientan muyyy bien entre nosotras.


Mucho ha pasado desde que este proyecto nació. Como se ha dicho, eramos solo cuatro mujeres a las que nos unía el amor por la escritura. La amistad fue creciendo poco a poco y a día de hoy somos grandes amigas. A pesar de la distancia que nos separa, se puede decir que la amistad que nos une es fuerte y siempre estamos ahí para apoyarnos las unas a las otras. Por eso, este grupo es mucho más que eso, es como dice Dama, una gran familia que poco a poco va creciendo.



Ahora somos siete. Las siete magníficas, como las siete maravillas del mundo antiguo, que a pesar del tiempo que ha pasado, todo el mundo las conoce. Espero que todos disfrutéis del talento que hay en este grupo, pero ante todo de la calidad de las personas que lo integran, que ante todo se unen por la AMISTAD.

Os dejo esta gran canción que habla de la amistad:

Raquel Campos

REFLEXIÓN: LA NECESIDAD DE ESCRIBIR


La vida es curiosa. Me preguntaba acerca de qué escribir esta entrada y de pronto me veo en una situación en la que debí pensar qué es lo peor que me podría pasar si no pudiera concluir con todas las cosas que deseo hacer en mi vida. Se me pasaron muchas cosas por la mente, empezando con los aspectos más íntimos y emocionales de mi vida, como son el compartir con mis seres queridos o cumplir algunas de las metas que me he trazado. Pero hubo algo que me carcomía la cabeza, una y otra vez, abriéndose paso de forma poderosa y ubicándose entre las principales: Necesito escribir. No debo, no quiero, no tengo. Necesito. 

Y cuando salí de esta difícil situación y me vi tranquila, con la mente despejada y con la capacidad de pensar precisamente en todo aquello que me había estado dando vueltas, a fin de reflexionar, ya que me gusta hacerlo, porque creo que así es como se aprende en la vida, me pregunté en qué momento el escribir se convirtió en una necesidad, cuándo se volvió una función casi vital. Y no encontré una respuesta, lo que creo no es del todo malo, porque no todo en la vida tiene un por qué; a veces es suficiente con que ese hecho esté, que forme parte de uno y nos enriquezca sin buscarle una explicación razonable. Porque después de todo, ¿qué tan razonable es la escritura? Lo es en el sentido de que su planificación y el llevarla a cabo debe ser tomado con seriedad y mucho trabajo, pero también es cierto que el escribir tiene un aura mística innegable y resulta casi imposible encontrar una noción lógica al respecto. Y eso me gusta.



Hay algo mágico en escribir las primeras palabras de una historia, sentir cómo con unos cuantos trazos, si se escribe en papel, o unos golpeteos en el teclado, si dependemos del buen Word, pueden abrir un mundo ante nuestros ojos. Y ese mundo, si lo recorremos con sabiduría, entusiasmo, disciplina y, sobre todo, con mucho amor, será del todo nuestro; y luego, podremos ofrecerlo al mundo para que lo conozca de la misma forma en que lo hemos hecho nosotros. Si eso no es magia, no sé qué es.

Por eso, pese a lo íntimo que es el proceso de la escritura, algo muy personal que sale de nuestro corazón, de nuestra alma, e incluso de nuestro estómago, llega un momento en que tomamos a esa criatura que creamos con tanto esfuerzo en el secreto de las palabras, y la tendemos para que alguien más, quien quiera, cuantos quieran, puedan sostenerla también.



Y ahora, al releer estas líneas, me doy cuenta de que tal vez sí tengo parte de mi respuesta acerca de por qué necesito escribir. Lo necesito porque es parte de mí, no concibo mi vida sin crear historias, escribo porque no puedo no hacerlo. Más allá del reconocimiento, de lo fantástico que resulta hacer llegar tus historias a los demás, está el hecho de que como dice esa conocida frase: "El universo no está hecho de átomos, está hecho de pequeñas historias"; y las mías, por pequeñas o minúsculas que puedan ser, son la parte de mí que siento la necesidad de ofrecer al mundo.